Culpa del destino by Christine Rimmer

Culpa del destino by Christine Rimmer

autor:Christine Rimmer
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 1988-09-30T22:00:00+00:00


Capítulo 7

Jeremy dormía en un sillón. La televisión todavía estaba encendida. Cassie la apagó y fue al lado de su padre.

La lámpara proyectaba sombras sobre su cara, resaltando sus pómulos y sus ojos hundidos. Cassie nunca había pensado en él como en un anciano, pero eso le parecía precisamente en ese momento. Un viejo soñador que había tratado de permanecer despierto hasta que su hija volviera a casa. Cassie apagó la lámpara y Jeremy despertó.

—Princesa —le dijo, con somnoliento afecto, mirando su pelo suelto—. Has perdido tu hermoso broche de plata.

En un gesto instintivo, Cassie se llevó la mano a la cabeza y luego buscó en el bolsillo de su abrigo.

—No, papá. No he perdido nada —dejó el broche en la mesa y se sentó—. Me ha sorprendido ver tu luz encendida. Creía que ya estarías dormido —no quiso añadir que se sentía desolada y triste y que la había atraído el calor representado por la luz encendida en la casa de su padre, pero Jeremy parecía adivinarlo.

Enderezó el sillón reclinable y dejó su libro sobre la mesa.

—Bueno, creo que ya es hora de decirte lo tonto y arrogante que puede ser un viejo como yo.

Cassie esbozó una ligera sonrisa, pero la admisión de su padre no le produjo la alegría que antes hubiera sentido.

—Comprendo que sólo quieres lo mejor para mí.

—Pero llega el momento en que un padre debe reconocer que su hija ya no es una niña y que debe decidir lo que quiere en la vida. Cuando te fuiste esta noche, me puse a analizar la guerra que hemos entablado y decidí que no tengo el valor suficiente para mantenerla.

—He sido un poco grosera contigo, papá —confesó Cassie—. Lo lamenté nada más irme. A veces no nos decimos las cosas claramente, pero nunca ha habido maldad entre nosotros.

—No permitamos que eso se convierta en un hábito —le pidió el anciano con los ojos húmedos.

—De acuerdo.

—Tienes derecho a tomar tus propias decisiones.

—¿Y a cometer mis propios errores, papá?

—¿Acaso las cosas no han salido como esperabas esta noche? —Cassie sintió que unas lágrimas no deseadas asomaban a sus ojos—. Ya entiendo —añadió Jeremy—. Te has enamorado.

—La gente no se enamora en una noche, papá. Sé realista.

—¿Realista? Una palabra aburrida. Te recuerdo que me enamoré de tu madre nada más verla.

—Eso fue diferente.

—¿Por qué?

—Vamos, papá. Los dos sabemos cómo eres.

—Y no puedes negar que eres mi hija —le recordó, con voz suave—. Aunque desde la muerte de tu madre te has mantenido sumida en el trabajo. En realidad, no tengo derecho a culparte. Yo tiendo a ser un poco inestable y era natural que pretendieras equilibrar las cosas.

—Me asustaste cuando murió mamá.

—Te preocupé mucho al desaparecer con Leo Falconer, ¿no es así?

—En efecto.

—¿Te digo por qué? ¿O ya es demasiado tarde para que te importe?

—No, no es demasiado tarde. Sólo me pregunto si es de mi incumbencia o si realmente importa.

—No es un gran misterio. Fuimos a la cabaña de Leo en el lago Buck. Bebimos demasiado y jugamos backgammon y ajedrez.



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